Ecuador ante la crisis diplomática con México

El asalto a la embajada de México.

 

En la noche del día 5 de abril de este 2024, fuerzas policiales ecuatorianas asaltaban la embajada de los Estados Unidos Mexicanos en Quito, con la intención de llevarse por la fuerza a un prófugo de la justicia ecuatoriana. El asalto no sólo fue condenado por el país directamente afectado, sino por innumerables naciones tanto en América como en otros continentes, especialmente EE. UU. y los organismos internacionales. Lo cierto es que este acto, con toda la carga política y simbólica que alberga, no fue sino el colofón de una escalada verbal entre los dos países y acciones ilegales por parte de México al dar asilo a un delincuente común, y que había conducido, además, a la expulsión de la embajadora mexicana apenas un día antes. ¿Pero… cuál es la disputa que enfrentaba a dos naciones hermanas y separadas por miles de km…? La respuesta se llama Jorge Glas.

 

 

¿Quién es Jorge Glas?

Los lectores de este blog (y a los que se incorporan, les invitamos a leer el artículo del 10 de marzo del presente año) ya conocen a Jorge Glas. Vicepresidente de Rafael Correa y de Lenin Moreno, se encontraba asilado en la embajada de México tras salir de prisión en libertad condicional por el polémico fallo de un juez sobre el que pesan fuertes sospechas de soborno. En prisión Glas estaba condenado por peculado, concusión, cohecho o enriquecimiento ilícito y diversos actos de corrupción ligados con la red de Odebrecht y también por formar parte de las estructuras criminales, pandillas asociadas con el narcotráfico, que declararon la guerra al Estado ecuatoriano. Además, y por si el historial delictivo de este personaje no fuera poca cosa, estuvo bajo denuncia por ser un acosador sexual y ejercer la violencia psicológica contra la mujer, hecho que difundido en redes sociales en la que en varios audios se oye a Jorge Glas amenazar e intimidar a una mujer.

Glas, aprovechando que se hallaba en libertad condicional, buscó refugio en la embajada de México donde su conmilitón ideológico, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no tuvo la menor objeción en acogerlo y eso pese a que sus delitos eran estrictamente comunes, dándole el estatus de “huésped” calidad que no existe formalmente en el Derecho Internacional.

 

Situación del conflicto armado interno ecuatoriano

 

 

Desde enero de 2024 Ecuador enfrenta una emergencia nacional, un estado de violencia que eclosionó con toda su virulencia cuando el Estado se vio inerme ante la fuerza que diversas pandillas desplegaron en esas fechas evidenciando un sistema corrupto e ineficaz.  Muchos son los factores que condujeron a este estado de cosas, pero entre las que cabe destacar el rol de actores sociales que las pandillas adquirieron bajo el gobierno de Correa y Glas y el estallido de violencia que diversos agentes delincuenciales desataron cuando Jorge Glas fue encausado por graves delitos de corrupción y pertenencia estructuras criminales.

En estos días se declaró el fin del estado de excepción, no obstante, el conflicto armado interno sigue vigente en el país y, además, las cárceles se mantienen como zonas de seguridad. Las fuerzas armadas ecuatorianas continúan con los diversos operativos encaminados a erradicar las pandillas delincuenciales y su presencia en las calles es constante. Mientras tanto, el puerto de Guayaquil, la auténtica joya de la corona del narcotráfico continúa ligado a los cárteles mexicanos, especialmente el CJNG y Sinaloa, constituyéndose en la auténtica piedra de toque de esta guerra.

 

 

La escalada diplomática.

El miércoles 3 de abril, con su habitual prosodia e indigencia intelectual, el presidente López Obrador ofreció unas polémicas declaraciones en las que sugería que el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio durante la campaña electoral de 2023 había favorecido al candidato Noboa a que las ganara.  La respuesta del gobierno ecuatoriano, inmerso en una guerra por la supervivencia del Estado, fue fulminante declarando al día siguiente “persona non grata” a la embajadora de México en Ecuador, Raquel Serur, y dándole un “breve plazo” para que abandonara el país. México, otrora un gigante diplomático, tuvo la brillante idea de declarar, ese mismo viernes, que le concedía el asilo político al exvicepresidente Glas, desatando las iras en la cancillería ecuatoriana y a la postre, determinando el asalto a la embajada, esa misma noche.

 

 

Tratados internacionales, consecuencias.

La OEA aprobó el miércoles día 10 de abril una resolución para condenar el asalto de la policía ecuatoriana a la embajada mexicana en Quito con 29 votos a favor, acusando de haber violado la Convención de Viena. Además, México ha presentado una demanda contra Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia o Tribunal Internacional de Justicia de La Haya solicitando este país sea suspendido en UN mientras no se disculpe y devuelva a Jorge Glas Y desde luego se espera que accione en Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Las acciones mexicanas también podrán afectar a los estudiantes ecuatorianos que residan en este país del norte y a los inmigrantes que estén de paso hacia EE. UU. Por contra las relaciones económicas entre ambos países son muy pequeñas (sin contar, claro está, el comercio de ilícitos) y desde luego si alguien se va a ver más afectado, será México toda vez que la balanza comercial se inclina hacia este país.

Pero el descrédito, ese intangible, de Ecuador ante el concierto internacional es muy serio. Si se socava la Convención de Viena que es el instrumento jurídico que consagra la inviolabilidad de las embajadas, se corre el riesgo de sentar un peligroso precedente que otros gobiernos podrían verse tentados a seguir. Por otra parte, es innegable el uso y el abuso que el gobierno mexicano de AMLO ha hecho de la Convención sobre el Derecho de Asilo de 1954 de Caracas, donde se estipula que solo los perseguidos por causas políticas pueden gozar del derecho de asilo, no los delincuentes comunes.

Y es que en esta tragicomedia diplomática no hay nadie que sea inocente, pues si flagrante es la ilegalidad de Ecuador que no disculpa el hecho de hallarse en medio de un encarnizado combate contra el crimen organizado del que Jorge Glas es parte, el papel de México es, asimismo muy reprobable. Con un presidente que no es más que un orate, se ha enzarzado en disputas con una larga lista de países por los más peregrinos motivos haciendo que su diplomacia, antes tan potente, hoy no sea sino un triste negociado, paria entre naciones, sin prestigio e influencia, al servicio de los desvaríos ideológicos de su presidente. Y eso, si no es que el asilo que AMLO quiso conceder a Glas fue en pago a los servicios que éste hiciera al cártel de Sinaloa, pues en la mente de todos flota el escándalo de la financiación de este cártel a la campaña mexicana del actual presidente y que destapara el NYT y el Departamento de Estado…