El fenómeno Bukele.
Nayib Bukele no tiene parangón en la región. Tiene el nivel de aceptación más alto que cualquier presidente latinoamericano, alrededor de un 90 %. En las elecciones presidenciales habidas a comienzos de febrero de 2024 y con una participación de 52.60 % obtuvo un 84.65 % del sufragio, mientras que su inmediato seguidor Manuel Flores del FMLN apenas llegó al 6.40 %, un resultado ridículo en comparación. Los resultados de la cámara legislativa para un total de 60 diputados, dieron 54 curules para el partido Nuevas Ideas, el del presidente Bukele; su inmediato seguidor ARENA apenas obtuvo 2 diputados.
El presidente salvadoreño representa mejor que nadie – en cierta forma comparte con Javier Milei el rechazo hacia la política tradicional- el desencanto con la democracia y la pérdida de confianza en instituciones que no han logrado resolver los problemas graves de inseguridad, pobreza y corrupción que afectan a América Latina.
Con un estilo personalísimo y carismático ha adoptado medidas arriesgadísimas para una democracia como su enfrentamiento con la Asamblea Legislativa y su toma por parte del ejército el 10 de febrero de 2010, ante la negativa de los legisladores de aprobar un crédito para la lucha contra las pandillas. También ha mantenido agrias polémicas con otros poderes del estado, como la Corte Suprema.
Desde marzo de 2022 rige en el país un Estado de Excepción que limita severamente los derechos y libertades de la ciudadanía que la Constitución ampara (además de eliminar controles administrativos y la transparencia sobre los fondos públicos, maximizando la opacidad). Entre las críticas más severas se encuentra la falta de derechos procesales de los detenidos y en muchos casos la ausencia de juicios, manteniendo la prisión provisional arbitrariamente por mucho más tiempo del debido. Y denuncias graves de detenciones de sindicalistas, defensores de DD.HH. o activistas de diferentes causas, recluidos como si de pandilleros se tratara.
La percepción de la mejora de seguridad entre la ciudadanía es evidente, y a ello se debe su alto nivel de aceptación sin duda… aunque los datos oficiales de criminalidad solo sean comunicados por funcionarios o por medio de la misma presidencia, y desde el inicio de la vigencia del estado de excepción, no se permita el acceso a estadísticas detalladas sobre delitos, como los homicidios, permaneciendo dicha información bajo reserva por siete años.
Las críticas de medios internacionales y hasta de políticos en ejercicio de otras latitudes a sus formas y gestión son numerosas; por no hablar de lo que de él dicen las organizaciones internacionales, ONG’s, etc.
Y sin embargo se ha convertido en un referente en la región al que numerosos políticos o aspirantes a serlo tratan de imitar, o lo ponen como ejemplo de las políticas que proponen, o buscan incluso afanosamente su respaldo sabedores del impacto que ello tendría en su electorado. El presidente Noboa de Ecuador no dudó a comienzos del 2024 cuando el Estado se vio desbordado y se descubrió inoperante ante la presión de las pandillas, en aludir al sistema de Bukele; pero tal vez el hecho de que una presidente de izquierdas como Xiomara Castro, a la que se le supone en las antípodas ideológicas y políticas, haya tratado de imponer -infructuosamente- el modelo de Bukele en Honduras, habla por sí solo de su incontestable prestigio.
Con todo, el éxito o no del modelo de Bukele, se dirimirá en un futuro en el que, en ausencia significativa de la violencia de años pasados, haya sido capaz de crear las condiciones económicas que aseguren un progreso económico y social suficientemente estable y perdurable que haga que, cuando se levanten las draconianas medidas de seguridad que el Estado de Excepción impone, no vuelvan a darse las circunstancias sociales y económicas que permitan la reconstrucción de las maras y estructuras delincuenciales.
Las claves de su modelo.
Nadie, ni siquiera sus más exaltados opositores, disidentes o críticos, niega el hecho incontrovertible del descenso de datos de criminalidad que su país ha tenido durante su gestión. Ha conseguido lo que muchos pretendieron y por diferentes razones no es que no lograran, es que ni siquiera se acercaban.
El modelo que ha implementado el presidente conforma una estrategia integral a largo plazo con acciones tácticas y operacionales en el corto y medio plazo. Sus claves son las siguientes:
Estado de Excepción
- Suspensión de derechos: Durante el Estado de Excepción (regulado principalmente por el Artículo 29 de la Constitución de El Salvador) se han suspendido ciertos derechos constitucionales para facilitar la detención de sospechosos de pertenecer a pandillas; entre estos:
- Libertad de asociación.
- Derecho a ser informado de las razones para la detención, prohibición de obligar a una persona a declarar y derecho a la defensa.
- Duración máxima de la detención administrativa.
- Inviolabilidad de la correspondencia y las telecomunicaciones.
- Detenciones masivas: Desde el inicio del estado de excepción se han desarrollado operativos de fuerzas combinadas, policía y ejército, que han resultado en la detención de decenas de miles de personas sospechosas de ser miembros de pandillas, muchas veces sin necesidad de órdenes judiciales.
Plan Control Territorial:
- Militarización de zonas conflictivas: Despliegue de fuerzas militares y policiales en áreas dominadas por pandillas para recuperar el control territorial.
- Patrullajes intensivos: Incremento en la presencia y actividad de patrullas militares y policiales en barrios y zonas rojas.
Reformas en el sistema penitenciario, el CECOT:
- El CECOT, o el Centro de Confinamiento del Terrorismo, es una mega cárcel construida en el departamento de San Vicente, a unos 74 km al sureste de San Salvador e inaugurada el 31 de enero de 2023. Esta instalación se ha convertido en una pieza clave en la estrategia para combatir la criminalidad especialmente de la Mara Salvatrucha y la Mara Barrio 18. Actualmente alberga a 14.532 reclusos, pero su capacidad total es de 40,000 presidiarios, lo que la convierte en la prisión más grande de América Latina y una de las más grandes del mundo.
- Endurecimiento de condiciones carcelarias: Implementación de medidas muy estrictas dentro de las prisiones, incluyendo el CECOT. Los internos no gozan de ningún privilegio, duermen sobre camas metálicas, no pueden recibir visitas, viven hacinados en celdas bajo constante vigilancia y luz artificial 24 horas. Además, solo tienen permitido salir durante 30 minutos al día, siempre con grilletes en los pies y las manos, para realizar una serie de ejercicios físicos.
- Bloqueo de comunicaciones: Buena parte de las acciones delincuenciales eran coordinadas por los presos que se encontraban cumpliendo penas con el uso de medios digitales que eran introducidos en los centros muchas veces al socaire de la corrupción del sistema penitenciario.
Estas acciones no sólo constituyen parte significativa de la estrategia en el combate contra las maras, sino que, además, forman la piedra angular de la estrategia de comunicación e imagen del presidente Bukele.
Uso de inteligencia y tecnología:
- Inteligencia: Fortalecimiento de los mecanismos de inteligencia y escucha avanzada a todo nivel bajo el amparo legal que sustenta el estado de excepción.
- Tecnología de vigilancia: masiva utilización de cámaras de seguridad, drones y otras tecnologías para monitorear actividades delictivas.
Reformas legislativas.
Equiparando la pertenencia a pandillas con grupos terroristas aumentando significativamente las penas además de proscribir el uso de simbología relativa a las maras en medios de comunicación y redes sociales o cualquier espacio público.
Apoyo social y comunitario.
Aunque el aspecto represivo de la violencia ocupa la parte central de la estrategia de Bukele, iniciativas de reintegración y prevención de la criminalidad ocupan una parte importante en la estrategia a largo plazo y de estabilización social que pretende el gobierno. Entre las medidas a destacar están programas de educación y capacitación en oficios, proyectos de empleo, inserción laboral y emprendimiento, proyectos comunitarios y de desarrollo, culturales, deportivos, etc.
Propaganda y comunicación estratégica.
Nayib Bukele es un presidente que supo entender desde el primer momento tanto la importancia de una adecuada estrategia comunicativa asociada a las dinámicas de la era digital así como la como la construcción de una imagen comunicacional enfocada en la eficacia, la sencillez, modernidad y proximidad a las necesidades más básicas de la población. Entre los aspectos a destacar:
- Uso intensivo de redes sociales por encima de los medios de comunicación tradicionales donde por medio de mensajes cortos y directos responde tanto a las críticas como posiciona un determinado mensaje.
- Control de la narrativa y discurso asociada a su imagen pública. Reacciona de forma clara y directa a las críticas vengan éstas del cuerpo diplomático, medios de comunicación internacionales o cualquiera otros actores, controlando la narrativa que deja muy poco espacio a la interpretación, con un estilo moderno, simple y cercano. Siempre coherente con su propia imagen pública de millennial. Enfatiza sistemáticamente sus logros que no duda en comparar con la corrupción e ineficiencia de las administraciones anteriores.
- Control del flujo de información, desinformación y transparencia. Se transmite en streaming sesiones de trabajo dando una imagen de transparencia además de controlar cuidadosamente el qué, el cómo y el cuándo de las informaciones que atañen a su desempeño presidencial. Asimismo, se manipulan mensajes para moldear la opinión pública. Crítica a los medios de comunicación tradicionales a los que acusa frecuentemente de estar alineados en su contra además de formar parte del aparato político del bipartidismo anterior a él.
- Uso de la propagada por medio de mensajes e imágenes de alto impacto que refuerzan sus logros en la lucha contra la delincuencia organizada.
Breve casuística de la violencia de El Salvador frente a la problemática de sus vecinos del Triángulo Norte de Centroamérica.
Aunque los tres países comparten ciertos desafíos y características en términos de violencia y crimen (y su combate efectivo obedecería a una estrategia conjunta y a largo plazo) hay aspectos específicos que eran más pronunciados en El Salvador.
La primera y más significativa es el poder que han ostentado las pandillas con un control territorial significativo, influenciando no solo la vida diaria en los barrios, sino también el comercio, la educación y otras actividades comunitarias. Además, el tráfico de estupefacientes, inmigrantes y armas estaba controlado por éstas si bien en concomitancia con cárteles mexicanos, al contrario que en Honduras y Guatemala donde los cárteles operan no siempre junto a éstas, aunque el poder que ejerzan a todos los niveles de la administración sea patente, especialmente en el caso de Honduras.
A nivel económico, el impacto que las maras tienen en la economía, también marcan la diferencia. Tanto la extorsión como los costes directos e indirectos (en la economía formal como la informal) en El Salvador alcanzaban un 16% del PIB a finales de la primera década del siglo, mientras que a Honduras le cuesta el 10% y a Guatemala un 8%.
Por último, las anteriores administraciones de El Salvador tenían un largo historial de políticas de “mano dura” que intercalaban con periodos de tregua con las pandillas (especialmente durante la presidencia de Funes) o acusaciones de negociaciones secretas y colusión a partes iguales en diferentes momentos y que fueron objeto de severas críticas. Aunque consta de que negociaciones hayan existido también en el caso de Guatemala y Honduras, han carecido de la profundidad, complejidad y crítica que el caso salvadoreño.