Henry Kissinger (Fürth, 27 de mayo de 1923-Kent, 29 de noviembre de 2023) fue un hombre brillante, conocedor de la realidad como pocos, gran capacidad de trabajo e inteligencia y sobre todo, un criterio definido, directo y cortante. Como un cuchillo. Fue, además, uno de los pocos políticos norteamericanos, quitando los presidentes, que todos recuerdan y conocen por el impacto global que han tenido, tanto sus acciones en el ejercicio de sus responsabilidades como funcionario, como sus ideas y consejos, pues lo ha sido desde Nixon hasta Joe Biden.
Fue también, uno de los personajes más controvertidos, respetado y odiado a partes iguales, tanto por sus luces como por sus sombras, sus aciertos y también sus errores… que los hubo y fueron trágicos.
Tuvo la extraña habilidad de presentarse siempre y en todos los ámbitos como quien todo lo sabía, al punto de que se le atribuye una broma: “Podría ser ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética sin problemas”.
El New York Times escribió el jueves pasado 30 de noviembre, cuando se conoció su muerte, un editorial cuyo título es elocuente: Henry Kissinger, el hipócrita. Y por comentar algo de éste… “la credibilidad estaba arraigada en lo que uno hacía más que en lo que defendía, incluso cuando esas acciones invalidaban los conceptos estadounidenses de derechos humanos y derecho internacional”.
The New Republic el mismo jueves titulaba Henry Kissinger Only Cared About One Thing: “Toda la muerte y miseria que dejó a su paso fue un mero subproducto de su decidida búsqueda del poder de la élite”.
Fue, aunque muchos de nuestros lectores no lo sepan, un personaje cuyas políticas determinaron en buena medida la forma en que los guatemaltecos hemos vivido, pues el largo y duro conflicto armado Interno que padecimos obedeció a la política de bloques de la Guerra Fría, donde la guerra, por decirlo de algún modo, se externalizó en líneas de fractura muy sangrientas de la que nuestro país fue una, una más, una de tantas partidas que se jugaron y disputaron en el tablero de su realpolitik.
Así que… analicemos a Henry Kissinger, para nosotros en Strategic Intelligence Outcomes, un hombre de su tiempo, un hombre en el centro de la acción del siglo más violento que haya conocido la humanidad.
Henry Kissinger nació en una pequeña localidad alemana, de Baviera, en Franconia muy cerca de Nuremberg llamada Furth. Nace en el seno de una familia judeo alemana, askenazim, completamente integrada en la sociedad de la época, una familia de clase media, su padre era un maestro de escuela. Y es que cabe recordar que los judíos alemanes y austríacos, eran, probablemente, los más integrados de las sociedades europeas. De hecho, hasta la unificación alemana y el nacionalismo cultural que dio sustento ideológico a ésta, en la que se despertó el antisemitismo y toda esa basura ideológica, los estados alemanes eran, podría decirse, filo semitas.
Le llamaron Heinz Kissinger y la familia hubo de que emigrar a EE. UU en 1938, a la edad de quince años, cuando ya los nazis no sólo estaban en el poder sino que habían desatado la ola de antisemitismo, elaborando las infames leyes de Nuremberg, justo antes de que los nazis dieran el pistoletazo de salida a la Reichcristallnacht, la vergonzosa destrucción de cuantos comercios judíos encontraron los camisas pardas.
La familia de Kissinger se estableció en NY y ahí, Heiz cambió su nombre por Henry, aprendió hablar inglés, no obstante, siempre y hasta su muerte con un inequívoco acento alemán, del que, él mismo no dudaba en hacer bromas.
Cinco años después de su arribo a EE.UU., en 1943, el joven Henry que tenía 20 años fue enrolado en el ejército y un año después volvería a Alemania, pero esta vez como soldado. Su conocimiento del alemán, su lengua materna, y su inteligencia hicieron que fuera destinado a unidad de inteligencia militar, aunque tuvo participación como soldado de infantería en los combates durante la batalla de las Ardenas en diciembre del 44 y enero del 45.
En Alemania en el año 45, como parte de las tropas de ocupación y gracias a su conocimiento del alemán, Kissinger apenas un soldado, fue promovido a administrador de la ciudad de Krefeld, en Baden -Wurtemberg, donde destacó por su capacidad de organización, alistando los servicios públicos y organizando la administración de la ciudad.
Es de destacar que la población judía previa a la guerra en la ciudad de Furth, la ciudad natal de Kissinger, era de 2000 personas, de los cuales solo 44 sobrevivieron a la guerra y a los horrores del holocausto; imaginamos el impacto moral y emocional que debió tener en el joven tal desastre. Regresar a su ciudad, a las ruinas de su ciudad, solo apenas siete años después de dejarla, el espacio de tus recuerdos infantiles para encontrarse esa miseria moral y material.
Ya con la guerra acabada en el año 46 fue retirado del ejército e ingresó en la Universidad de Harvard donde estudió Ciencias Políticas, sobresaliendo académicamente y recibiendo su tesina, su tesis de fin de carrera, la más alta calificación summa cum laude. La tituló El sentido de la Historia. Reflexiones sobre Spengler, Toynbee y Kant. No deja de ser curioso, como veremos más adelante que sí fue alguien capaz de dominar el escenario incluso en los peores días y en las situaciones menos defendibles, más deleznables, más alejadas de la moral y la paz perpetua kantiana, fuera él.
Posteriormente obtuvo de la misma institución su maestría y también su doctorado, con la tesis Un orden restaurado sobre las negociaciones y el papel de dos actores fundamentales del siglo XIX: el ministro de exteriores británico Castlereagh y el canciller austríaco von Metternich durante el Congreso de Viena en 1815. De hecho, la tesis que extrajo Kissinger, y esto fue crucial sobre su forma de entender la realidad y su devenir político. es que la legitimidad de un orden político no emana los derechos o situaciones, digamos históricas o consuetudinarias, sino de que todos los actores concernientes la acepten y validen.
La entrada en política de Kissinger llegó junto Nelson Rockefeller cuando éste intentó disputar las primarias del partido republicano. Éste no consiguió la nominación, que la ganó Ricard Nixon, y con él daría el salto a la política con el rango de asesor de seguridad siendo algo más tarde, simultáneamente, también secretario de estado, el único en la historia de EEUU en aunar ambos cargos.
Eran los tiempos en que la guerra de Vietnam estaba estancada, EE.UU. no sabía muy bien como salir de ella y el mundo vivía una etapa especialmente convulsa con la proliferación nuclear, las guerras coloniales y postcoloniales en África y Asia, las guerras árabes israelíes, y con América Latina, presa, en muchos casos de regímenes dictatoriales y con guerrillas subversivas.
El presidente Nixon, un tipo que tenía cierto don de gentes a nivel doméstico, no tenía mucha idea de política internacional. No tenía el glamour de haber combatido en la IIGM, pues, aunque estuvo alistado, sirvió de cocinero en la marina de guerra y en roles logísticos…, nada que ver con, por ejemplo, Kennedy, con quien disputó la presidencia en 1960, que era un héroe de guerra, condecorado con la medalla naval, herido, célebre por ser el comandante de la PT 109 durante la batalla de las islas Salomón, donde naufragó en acción de guerra. O ni siquiera podía compararse con el propio Kissinger, que estuvo en la inteligencia militar, que hablaba idiomas, doctor en Harvard, inteligente. sofisticado y un punto bon vivant. Nixon no dejaba de ser un oscuro abogado egresado de una universidad sin especial relevancia de Carolina del norte.
Y a pesar de la diferencia, la relación de ambos fue magnífica profesionalmente al menos. La teoría de la realpolitik que Kissinger expuso, Nixon la entendió perfectamente.
A grandes rasgos la realpolitik es un concepto alemán, desarrollado por von Bismark, y con diferencias implementado por el propio Kissinger, en el que priman los factores e intereses reales del juego geopolítico y no los valores que sustancian las sociedades sobre las que se edifican las naciones. Y eso explica que EE. UU en cuanto a hegemon, en política exterior siempre pone por delante sus intereses estratégicos como nación y en función del momento, y no, desde luego los valores y nociones sobre DDHH, democracia, libertad de prensa, libertad política, derecho internacional, etc.,. que forjan esa nación. En aplicación de esta doctrina, EEUU rompe su tendencia al aislamiento para intervenir de forma activa en todos los conflictos regionales.
Y es que por medio de la realpolitik hay que entender el juego de EE.UU. en el mundo, y conviene cuanto antes entenderla porque sino los errores de juicio y de cálculo sobre su proyección política pueden ser muy onerosos en dinero y vidas, como veremos a continuación.
En palabras del propio Kissinger y sobre la realpolitik: “Vivimos en un tiempo maravilloso, en el que el fuerte es débil debido a sus escrúpulos y el débil se fortalece debido a su audacia”. Todo se supedita en pos del objetivo y en palabras del antiguo secretario de estado William Rogers, primer secretario de Estado de Nixon “Lo que importaba era el objetivo; importaba menos cómo se alcanzara siempre y cuando no se traspasara la línea roja del riesgo nuclear”.
Si alguna vez alguno de los guatemaltecos se ha preguntado porque Guatemala es casi una excepción en el mundo en que se reconoce a Taiwán como la legitima China, esta es la respuesta… En los años 70 China continental no era la China que conocemos hoy en día, era más bien el “Gigante dormido” al que se refirió Napoleón; un país muy aislado, encerrado en sí mismo que concatenaba hambrunas cuando no dislates como El gran salto adelante o la Revolución cultural. Era la Rep. de China Taiwán la que tenía el asiento permanente en el consejo de seguridad de UN y el país al que casi todo el mundo reconocía como la legitima China.
Y en este contexto, Nixon y Kissinger, armados de realpolitik, concibieron el plan de acabar con el aislamiento de China como forma de socavar la influencia que la Unión soviética tenía en el mundo. China era un país comunista, pero Mao tenía su propia agenda y el comunismo chino distaba de ser el soviético.
Así que la muy anticomunista EEUU mostrando que sus intereses geoestratégicos estaban por encima de cualquier consideración moral o de principios, en una operación cuyas resonancias repercutirían en todo el mundo, reconoció a China continental, y sacó a Taiwán del Consejo de seguridad de UN, aceptó el paradigma de Una sola China y estableció relaciones diplomáticas. Eso sí, la posibilidad de que Pekín conquistase Taiwán por la fuerza quedó alejada tras el apoyo que EEUU le dio a ésta. Por cierto, que también se creó un concepto, la diplomacia del ping pong, porque los primeros intercambios culturales se hicieron a través de los numerosos torneos que se disputaron, en fin, una forma de acercar a los dos países a través de una actividad común.
Y para sellar este acuerdo, del 21 al 28 de febrero de 1972 el propio Richard Nixon viajó a Pekín, por supuesto acompañado de Kissinger donde se entrevistó con Mao. Cabe destacar que, en esos momentos, en China se vivía la conocida como Revolución Cultural, que arrasó con cualquier vestigio de influencia occidental, además de condenar a campos de trabajo forzado a millones de disidentes. Pura realpolitik. Desde entonces se abrieron las relaciones comerciales entre ambos países… y hasta hoy.
La preparación del viaje fue muy novelesca, eso a Kissinger le gustaba mucho. Hizo dos viajes a Pekín en secreto, volando por encima del Himalaya, a través de la frontera chino-india para entrevistarse con Zhou Enlai, primer ministro chino.
El otro eje de la diplomacia exterior fue acabar con la guerra de Vietnam, guerra que no había forma de ganar. De hecho, y en fin esto lo recoge Noam Chomsky en uno de sus libros de la época ,“La guerra de Asia”, un alto mando norteamericano sobre el terreno le confesaba que la victoria de EE.UU. era imposible, se montaran cuantos Rolling Thunder se quisiera, a menos que se produjera la destrucción literal de país.
La solución fue crear dos estados, uno al norte de régimen comunista y otro al sur bajo la influencia de EE.UU. La teoría del dominó estaba en plena vigencia. Pero para demostrar a Vietnam del norte que EEUU estaba en capacidad de extender su fuerza caso de que ésta se requiriera, se llevó a cabo la “operación Menú”, uno de los grandes escándalos de la administración Nixon, cuando las fuerzas aéreas norteamericanas desarrollaron una campaña de bombardeo estratégico sobre Camboya, donde por cierto tenían sus bases el vietcong, provocando una gigantesca masacre de civiles y desestabilizando el país que poco tiempo después caería bajo el poder de jemeres rojos, Pol Pot, y culminaría con el genocidio de 1/3 de la población camboyana.
Al final y pese a los intentos de sabotaje de los acuerdos de paz por parte de Vietnam del Sur, se firmó el acuerdo que permitiría a EE.UU. retirarse de Vietnam en enero de 1973.
Por ello Kissinger recibiría el Premio Nobel de la Paz, que se lo dieron a mitad con el que era el ministro de Exteriores de Vietnam del Norte, premio que éste que se negó a aceptar. Este premio fue muy polémico y muy controvertido ya que Kissinger había logrado el acuerdo después de destruir Camboya y la consecuente muerte de decenas miles de víctimas inocentes. El recuerdo de tal vergüenza acompañaría a Kissinger hasta su muerte y numerosas fueron las manifestaciones de activistas acusándolo de ser un criminal de guerra. Además de haber sido uno de los arquitectos de la proliferación nuclear.
Otro de los focos de actuación de nuestro personaje fue las guerras árabe israelíes. El apoyo que EE.UU. ofreció a los israelíes en 1973 dio como resultado la crisis del petróleo, un embargo petrolero que aumentó el precio del barril de crudo por cuatro en menos de un mes y que llevó al mundo a una gigantesca crisis. Aunque lo cierto es que los continuos viajes de Kissinger a la región hicieron que salvo Siria que ya estaba en la órbita soviética, ningún otro país árabe relevante se decantara por los comunistas.
En América Latina todos conocemos la injerencia de EEUU. Especialmente se recuerda el apoyo que Kissinger dio a la dictadura somocista de Nicaragua, cuando dijo la célebre frase referida a Tachito Somoza, “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Y por supuesto el apoyo que le dio a la junta militar argentina y el que le dio a Chile,
a
l golpe de Pinochet contra el presidente democrático y legítimo Salvador Allende.
Tras la dimisión de Nixon por el caso Watergate, Kissinger continuó siendo el asesor de seguridad de Gerarld Ford hasta el fin de su presidencia.
Desde entonces no volvió a incursionar en la política como funcionario, aunque siempre ha estado más que vinculado, asesorando externamente a todos y cada uno de los presidentes que EE.UU. ha tenido. Fundó en 1982 una empresa llamada Kissinger Associates de consultorías de alto nivel para políticos y empresas ya que no solo poseía una agenda de contactos muy importante sino es que además, conocía a todos los actores políticos de primera mano.
Se dejó entrevistar por la famosa periodista Oriana Fallaci, recibió muchos premios y reconocimientos, era miembro del club del Bilderberg, la comisión trilateral, el CFR, etc. Y además y desde entonces escribió numerosos libros, dio infinidad de conferencias… El último de ellos es Liderazgo: Seis estudios sobre estrategia mundial y es que el reclamo publicitario de su nombre ya era garantía de superventas. Con todo el libro más conocido y leído de Kissinger es Diplomacia, de lectura obligatoria para todos aquellos que se quieran dedicar a las relaciones internacionales.