Apuntes sobre los fundamentos ideológicos que sustentan la política exterior norteamericana respecto América Latina -La doctrina Monroe y el destino manifiesto

1. Marco teórico de la doctrina Monroe.

“América para los americanos” con esta frase sentenciaba el quinto presidente de los Estados Unidos de América, James Monroe en 1823, la determinación de su país a intervenir en los asuntos que potencias europeas pudieran tener respecto a los territorios o naciones americanas. No obstante, esta frase al momento de ser pronunciada no dejaba de ser un desiderátum toda vez que la joven nación en ese momento no era, ni de lejos, la potencia en que se convertiría andando el siglo XIX y XX.

 

El desarrollo posterior de las políticas que este país implementará al amparo de lo que se conocerá como la doctrina Monroe junto con el concepto de “El Destino Manifiesto” constituyen dos de los conceptos -no iguales pero sí complementarios- fundamentales en la historia de los Estados Unidos y su política exterior, que delimitarán tanto su expansión y trato a los habitantes de las nuevas tierras que se incorporen a la Unión como el marco de relaciones e intervenciones que muchas de las naciones latinoamericanas sufrirán a lo largo de los siglos XIX y XX.

En sí la Doctrina Monroe estableció dos principios principales:

 

No intervención europea: Cualquier intento de una potencia europea por colonizar o interferir en asuntos políticos en América sería considerado un acto de agresión hacia los Estados Unidos.

No intervención estadounidense: A cambio, los Estados Unidos se comprometían a no interferir en los asuntos políticos de Europa.

 

El marco temporal y político en que se enunció fue el del contexto posterior a las guerras napoleónicas, las guerras de emancipación americanas y la creación de la Santa Alianza en Europa y el temor a que principalmente España, pero no sólo, pudiera llevar a cabo unas guerras de reconquista en los territorios recientemente perdidos y que ahora, ocupaban las jóvenes repúblicas hispanoamericanas.

 

Por otro lado, “el Destino Manifiesto” es una ideología que surgió en el siglo XIX y que sigue vigente hoy especialmente en sectores religiosos y en productos culturales, que sostenía que Estados Unidos estaba destinado a expandirse a través del continente norteamericano. Esta doctrina comenzó a materializarse en época de Jefferson cuando en sectores políticos y religiosos empieza a cuajar la idea proveniente del puritanismo que profesaban los primeros colonos ingleses, de ser el pueblo elegido de Dios, una nación bendecida dotada de una superioridad moral respecto a los demás pueblos, dando así sustento ideológico para todas y cada una de las operaciones de conquista y expansión que tuvieron lugar a lo largo de ese siglo.

 

El término per se fue acuñado por primera vez por el periodista John L. O’Sullivan en 1845, y no sólo se basaba en la creencia en la superioridad y excepcionalidad de la cultura e instituciones políticas estadounidenses, sus valores religiosos protestantes y en la obligación moral de extender éstos a otras partes del continente, sino que escondía un racismo delirante que produjo a la postre el exterminio en masa de los indígenas que poblaban los actuales Estados Unidos.  No se puede entender sin esta ideología la expansión territorial de los Estados Unidos hacia el oeste, incluyendo la adquisición de territorios como Texas, Nuevo México, Arizona y California -en detrimento del México independiente-, así como también la ocupación de los territorios a los indígenas y su posterior reclusión en reservas, así como el prácticamente inexistente proceso de mestizaje en este país.

 

 

2.Historia de la aplicación de la doctrina Monroe. Contexto latinoamericano.

Estados unidos al momento de su independencia no era sino la periferia del virreinato de la Nueva España, su ciudad más importante Filadelfia contaba con apenas 40.000 habitantes cuando la capital del virreinato, México, superaba los 160.000 habitantes.

La primera política exterior que impuso el presidente Washington, consciente de su debilidad, fue aislacionista: en su carta calificada como testamento político, “Adiós al pueblo americano”, la doctrina consistía en “no tomar nunca partido en las querellas internas de Europa”. Las intenciones no podían estar más claras, consolidar el joven Estado federal enfocando los esfuerzos diplomáticos en sostener la paz con Europa.

 

No obstante, el giro empezó a fraguarse con el tercer presidente, Thomas Jefferson y su Partido Republicano-Demócrata que abogaba por el alineamiento con la Francia revolucionaria frente a Inglaterra y otras monarquías europeas. Además, en tiempos de su presidencia se produjo la adquisición de la histórica Luisiana, un inmenso territorio de más de dos millones de km2, del que Napoleón ansiaba deshacerse después de la estrepitosa y vergonzante derrota francesa en Haití.

 

En la década de los años veinte del siglo XIX, la nueva doctrina Monroe fue muy bien acogida entre las recién creadas repúblicas hispanas que de esta forma contaron con un reconocimiento internacional. Simón Bolívar declaraba en 1824: “Inglaterra y Estados Unidos nos protegen” … y de tal guisa se manifestaban nuevos líderes desde México hasta las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pronto aprenderían que la nueva doctrina no aplicaba en el caso de las flagrantes incursiones coloniales británicas en Malvinas o Belice sino que además se convertía en el sustento ideológico del dominio político, económico y comercial estadounidense en la región convirtiéndose en el policía continental y ganando una influencia que se prolonga hasta nuestros días.

 

La paradoja es que, si la doctrina Monroe proclamaba una política de no intervención en los asuntos europeos, en la práctica, los Estados Unidos intervenían sistemáticamente en los asuntos internos de los países hispanoamericanos para proteger sus intereses económicos y políticos en la forma de acuerdos comerciales desfavorables, apoyo a regímenes favorables o golpes de estado e incluso intervenciones militares directas.

Entre los principales hechos que se derivaron de esta forma de hacer política se puede destacar la invasión de México en 1848, por la que este país fue obligado a ceder 55% de su territorio, la declaración de Centroamérica y el Caribe como región de influencia exclusiva de EE.UU.  que hizo el presidente Rutherford B. Hayes, la ocupación en diferentes momentos de la República Dominicana, Haití o Panamá, la guerra contra España en 1898 por la que se quedaron como botín de guerra Puerto Rico y como colonia las islas Filipinas, etc., etc., etc.

 

Tras la Segunda Guerra Mundial y durante Guerra Fría y la Doctrina de Seguridad Nacional la Doctrina Monroe se reinterpretó en el contexto de la lucha contra el comunismo. Los Estados Unidos justificaron intervenciones y apoyaron regímenes dictatoriales en América Latina en nombre de contener la influencia comunista, lo que resultó en episodios como la intervención en Guatemala en 1954 y en Chile en 1973.

 

En suma, sin el ejercicio de esta doctrina la historia y devenir de América Latina es imposible de entender.

 

 

3. El caso de Guatemala.

La primera evidencia que tuvieron los habitantes del istmo centroamericano de la aplicación de la doctrina Monroe fue la invasión filibustera de 1856, liderada por el estadounidense William Walker, como extensión de los intereses estadounidenses en la región. Si bien las clases dirigentes y las élites tenían ya conocimiento de las consecuencias del ominoso tratado de Guadalupe Hidalgo y de la invasión norteamericana de México, es en este contexto cuando la población en general es consciente de la injerencia, influencia y ambiciones extranjeras en su territorio.

La invasión filibustera tuvo lugar en Nicaragua, aunque su impacto se extendió a toda América Central. Walker, un aventurero estadounidense que servía a los intereses económicos de magnates de su país, buscó establecer un estado esclavista controlado por Estados Unidos en Centroamérica. Su invasión inicialmente tuvo éxito y logró controlar brevemente Nicaragua nombrándose presidente. Como respuesta los gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala (cuyas tropas estaban dirigidas por Mariano Paredes y José Víctor Zavala) firmaron el Tratado de Alianza el 18 de julio de 1856, que los involucraría militarmente en el conflicto desconociendo a Walker, y en abierto apoyo al derrocado presidente Patricio Rivas. (Costa Rica intervino más tarde por hallarse su ejército en un estado deplorable tras la campaña militar del año anterior).

Aunque esta acción se desarrolló en un momento en que la doctrina estaba plenamente en vigor, la campaña de los filibusteros no fue apoyada explícita pero sí implícitamente por el gobierno norteamericano, y desde luego contó con un inmenso apoyo entre la ciudadanía y las élites económicas siendo un ejemplo de cómo los intereses y las acciones individuales podían contravenir los principios declarados en la política oficial de un país.  Por el contrario, este intento de expansión de los intereses estadounidenses en América Central, en línea con la idea de que Estados Unidos tenía derecho a intervenir en los asuntos del continente para proteger sus intereses y seguridad, recibió la oposición y condena prácticamente unánime de las demás repúblicas hispanoamericanas.

Las líneas generales de la aplicación de esta política en Guatemala pueden verse reflejadas a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y XX en los siguientes aspectos:

  • Control de recursos naturales: Rica en recursos naturales, especialmente en productos agrícolas como el café, el banano, el azúcar y el añil, estos eran de gran interés para Estados Unidos por lo que la Doctrina Monroe proporcionaba el marco ideológico que justificaba la intervención para asegurarse el acceso a estos recursos, protegiendo sus intereses económicos mediante acuerdos comerciales especialmente ventajosos.

  • Inversión extranjera y comercio: Durante el siglo XIX, Estados Unidos emergió como un importante socio comercial de Guatemala lo que se tradujo en un aumento de la inversión extranjera y el comercio bilateral. Empresas estadounidenses se establecieron en Guatemala para controlar y explotar la producción de ciertos productos siendo el caso más paradigmático el de la United Fruit Company. En concreto, esta empresa -el pulpo se la denominaba peyorativamente en los países donde se instalaba- controlaba vastas extensiones de tierras cultivables, era dueña de las instalaciones portuarias de Puerto Barrios, dominaba gran parte del tráfico marítimo en el área del Caribe, era copropietaria del puerto de San José en el Pacífico, controlaba la línea férrea a través de sus acciones en la International Railways of Central America y ejercía una influencia significativa en la economía y la política del país. Esta influencia a menudo se manifestaba en acciones como desestabilizaciones políticas o apoyo a golpes de Estado que beneficiaban sus intereses como el habido contra Arbenz en 1954. Y es que en este pintoresco caso, la unicidad de intereses estratégicos imperiales y económicos empresariales, quedaba patente en la figura de John Foster Dulles, secretario de estado de Estados Unidos en 1954, abogado y accionista de la United Fruit Company.

  • Control de la política interna. En aras de proteger sus intereses políticos y económicos, Estados Unidos se abrogó el derecho a intervenir en asuntos internos mediando, con el apoyo de élites locales, en el derrocamiento de gobiernos no alineados con sus intereses o auspiciando aquellos que más garantías les daban.

  • Política de Seguridad Hemisférica: Tras la segunda Guerra Mundial, la Doctrina fue utilizada para justificar las políticas anticomunistas y la presencia militar, de la CIA y las políticas de seguridad de Estados Unido. Como ejemplo, el entrenamiento en la finca Helvetia de los disidentes cubanos que participaron en la incursión de Bahía de Cochinos, en Cuba, bajo la presidencia de Kennedy. Además de otros temas como la cooperación en temas de seguridad, como la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, que tanto han impactado a Guatemala debido a su ubicación geográfica y su papel en el tránsito de drogas hacia Estados Unidos.

  • El derrocamiento de Arbenz y el conflicto armado Sin duda el acontecimiento de mayor repercusión de la aplicación de estas políticas fue el golpe de estado que sufrió el presidente Jacobo Arbenz el 27 de junio de 1954 y que sería sustituido por una junta militar y posteriormente por el coronel Carlos Castillo Armas. Este hecho asimismo llevaría a ciertos militares disconformes a alzarse en armas lo que desencadenaría el largo y duro conflicto armado Interno guatemalteco, una sociedad desgarrada por la guerra que produjo miles de víctimas y el desplazamiento forzoso de poblaciones enteras además de la pérdida de décadas de desarrollo del país.

4. La superación de la doctrina Monroe.

La Doctrina Monroe ha sido una influencia histórica significativa en las relaciones entre Estados Unidos y los países latinoamericanos, incluido Guatemala. Sin embargo, su influencia directa ha ido disminuyendo con el tiempo, y su aplicación y relevancia han sido objeto de debate y reinterpretación en el siglo XXI. La congresista representante por Nueva York, Nydia M. Velázquez, introdujo en el Capitolio, una resolución por la que exigía que el Departamento de Estado diera por superado “formalmente” el influyente marco de relaciones internacionales para desarrollar en su lugar una “política del Nuevo Buen Vecino”, “diseñada para fomentar las mejores relaciones y profundizar en una cooperación más eficaz”. “Desde el narcotráfico a la migración masiva y el cambio climático, los numerosos desafíos compartidos entre Estados Unidos y América Latina no pueden abordarse con la anticuada doctrina Monroe. Son algunas de las cuestiones más apremiantes de nuestro tiempo y exigen un proceso que enfatice el respeto y la cooperación”, arguyó la congresista Velázquez.

El debate en el propio establishment norteamericano sobre la legitimad de la doctrina Monroe, que autorizó a Estados Unidos a intervenir para asegurar sus intereses en la región, no es nuevo. En 2013, el secretario de Estado John Kerry de Obama dio por terminada su era en un discurso ante la OEA, pero apenas seis años después, John Bolton, asesor de Seguridad Nacional durante la presidencia de Donald Trump, proclamaba “con orgullo” que la doctrina seguía vigente.

La aparición de nuevos y muy influyentes actores en la escena internacional, como China, cuyo marco de relaciones se basa en la no injerencia en asuntos internos, el multilateralismo y cooperación regional, el uso de la diplomacia en resolución de conflictos en lugar de recurrir a intervenciones unilaterales o políticas de imposición y el cambio en la dinámica de poder delimitarán el fin de esta doctrina imperial de Estados Unidos, aunque serán factores propios de las dinámicas  políticas internas del poder en esta país, los que marcarán su fin.